Audiosentir - Si tuviera que arrepentirme de algo


Si tuviera que arrepentirme de algo, creo que sería de no haberte tocado, mirado, hablado, olido, sentido más como quería. Porque sé que igual nada habría cambiado. Me arrepentiría también de haberme permitido navegar aguas tan tibias sabiendo que las ganas de quemarme con más chispas me terminarían congelando.

Si de algo tuviera que arrepentirme, me arrepentiría del glitter que dibujaba sobre tu rostro cada vez que lo veía, como si hubiera algo, en absoluto, que resaltara. Me arrepentiría también de haberle contado a mis amigas una historia tan lenta y poco interesante con un caballero tan cobarde que no habría confrontado ni siquiera a una princesa. (Ni hablemos de un dragón o una bruja como yo).

Si de algo tuviera que arrepentirme es de no haber visto antes tu triste indiferencia ante el aroma de las flores cubiertas de rocío por la mañana. Me arrepentiría de haber intentado explicarte la poesía: la poesía no se explica. La poesía se siente. Y se siente con ganas. No con miedo.

Qué absurdo haber faltado tanto a mi forma genuina de ser: risueña, gritona, apasionada, escandalosa, sensible, honesta, intensa... MUY intensa. Si algo me duele no es tu amor, que poco entiende de pasión desmedida, de adrenalina, de ganas, de saltos de fe y de mariposas en la panza. No. Lo que duele es mi amor propio, que tan poco estuve cultivando últimamente por temor a asustar a un niño que, en realidad, vivió y vive su vida -sin permitirse otra opción- atemorizado. Si algo me duele es, en realidad, el estúpido esfuerzo que quise hacer por amoldarme, achicarme para encajar con tu ser inmaduro, inseguro, culposo y victimista. (Un poco de pena te tengo, pues poco vas a entender alguna vez de la vida, poco vas a permitirte, poco vas a vivir).

Se siente tan idiota haberme reprimido tanto, haberme guardado tanto, haber bajado la cabeza, haberme aguantado las ganas de explotar como fuegos artificiales, haber tragado tanta pólvora por tanto tiempo, sabiendo no solo que no iba a aplacar mi sed, sino que, encima, la haría más insoportable.

Si de algo tuviera que arrepentirme, creo que sería de engañarme un poco a mí misma. Aunque creo que tanto no me engañé: confié, sentí, creí y fallé. Pasa.

Si de algo tuviera que arrepentirme, supongo que podría inventar algunas cositas así. Pero, por suerte, no tengo que arrepentirme de nada. Y no me arrepiento. De algo así se arrepentiría solo un pobre iluso que mucho entiende de miedo y poco del aroma de las flores cubiertas de rocío por la mañana.

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